miércoles, 5 de julio de 2017

MUERE LA LOGICA.


"Política de la postverdad (o política posfactual) es aquella en el que el debate se enmarca en apelaciones a emociones desconectándose de los detalles de la política pública y por la reiterada afirmación de puntos de discusión en los cuales las réplicas fácticas -los hechos- son ignoradas. La posverdad difiere de la tradicional disputa y falsificación de la verdad, dándole una importancia "secundaria". Se resume como la idea en “el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad" (Ver wikipedia)
La era de la política de la post-verdad representa un retroceso formidable para la civilización que conocimos, en la cual precisamente era la evidencia empírica, vale decir, la contundencia de los propios hechos, suficiente para zanjar una discusión cuando las pruebas estaban a la vista. Ahora todo es relativo, nada es concluyente y las mayores estupideces pueden sostenerse con la misma convicción que la verdad objetiva si quien lo afirma lo siente así.
Algunos corolarios resultan aún más preocupantes. Los inescrupulosos y manipuladores tienen más chance de tener éxito que las personas sensatas y razonables. Es más difícil alcanzar acuerdos entre quienes piensan distinto si no podemos admitir que la evidencia sirva como criterio de verdad irrefutable. La política y la propia sociedad se tornan más violentas, azuzadas por radicalismos sustentados en este nuevo y envalentonado relativismo moral. En este contexto los partidos políticos (y los propios políticos) de comportamiento más tradicional se encuentren en problemas para hacerse entender y reaccionen dando golpes a ciegas. Siempre, en definitiva, el voto tuvo un componente emocional nada despreciable, pero nunca desde que se generalizó el sufragio universal la racionalidad ocupó un lugar tan intrascendente. (FUENTE Hernán Bonilla
Economista, profesor universitario e investigador)

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